nace del propio autorespeto, de la coherencia interior, de tomarse en serio a uno mismo y a los demás. No está reñido con la cercanía, la sencillez y la confianza, pero si con la grosería y la superficialidad.
Lleva a tratar a cada persona según su situación: abuelos, personas mayores, personas que hacen determinados trabajos, etc.